Durante décadas, el value investing ha sido la filosofía de inversión por excelencia para quienes buscan rentabilidad sostenible con una base racional. Inversores legendarios como Benjamin Graham, Warren Buffett o Charlie Munger defendieron con hechos que comprar empresas infravaloradas —con márgenes de seguridad claros y negocios sólidos— podía ofrecer grandes resultados a largo plazo.
Pero en los últimos años, las dudas se han acumulado.
El value ha pasado largos periodos quedándose atrás frente a otras estrategias, especialmente el growth investing, impulsado por compañías tecnológicas estadounidenses de rápido crecimiento. Muchos índices liderados por gigantes como Apple, Amazon, Microsoft o Nvidia han arrollado en rentabilidad a los fondos value más tradicionales.
Las voces más críticas —desde gestoras orientadas al crecimiento hasta inversores retail o divulgadores financieros— han declarado sin tapujos que el value está desfasado, que es una estrategia anticuada o que ya no tiene cabida en un mercado dominado por la inteligencia artificial, la gestión pasiva y los movimientos virales en redes sociales.
¿Tienen razón?
En el podcast Rompiendo el Mercado, Javier Ruiz, director de inversiones de HOROS, lanzaba una respuesta clara: “El value no está muerto. Pero sí ha cambiado”.
Y esa matización es fundamental para entender lo que está ocurriendo.Vamos a tratar de explicarlo.
Un mercado que ya no se mueve por el valor
David Einhorn, gestor de Greenlight Capital y una de las figuras más reconocidas del value investing en EE. UU., ha sido siempre un defensor del análisis fundamental riguroso y de la inversión con visión de largo plazo. Fundó su firma a finales de los 90 y alcanzó notoriedad mundial al anticipar la caída de Lehman Brothers antes de la crisis de 2008. En una reciente intervención, resumía así la distorsión actual de los mercados:
“Hoy, la mayoría de operaciones en los mercados ya no se hacen porque alguien cree que algo vale más. Se hacen porque se piensa que el precio subirá mañana.”
Antes, la mayoría del capital estaba gestionado por equipos profesionales que tomaban decisiones basadas en valoraciones reales. Gestoras activas con estructuras sólidas y un horizonte de inversión a largo plazo evaluaban compañías con profundidad, estimaban su valor intrínseco y compraban con convicción estratégica.
Hoy, el panorama ha cambiado radicalmente:
- Fondos indexados que replican mecánicamente los índices, comprando sin discriminar entre empresas caras o baratas. Si te interesa, hace poco hicimos un artículo en el que explicábamos las diferencias entre la inversión indexada o la gestion activa.
- Algoritmos y trading cuantitativo que siguen patrones estadísticos y señales técnicas, no fundamentos empresariales.
- Inversores minoristas cada vez más influidos por las redes sociales, el hype o emociones de corto plazo.
Como advierte Einhorn, este nuevo ecosistema ha erosionado el peso del análisis fundamental y ha desplazado a muchas gestoras activas fuera del centro de gravedad del mercado. Las compañías con buenos negocios, balances sólidos y potencial de crecimiento —pero sin narrativa tecnológica o visibilidad mediática— pueden pasar años infravaloradas.
Desde HOROS, compartimos esta reflexión. El value investing es, más que nunca, una ventaja competitiva a contracorriente, que exige disciplina, profundidad analítica y la capacidad de esperar mientras el mercado mira hacia otro lado.
Greenblatt: el value como arbitraje de tiempo
Joel Greenblatt, uno de los grandes referentes modernos del value investing, autor de “El pequeño libro que bate al mercado”, es conocido por haber popularizado una fórmula sencilla pero poderosa basada en la rentabilidad sobre el capital y el ratio precio-beneficio.
Además de su faceta como autor, Greenblatt es el fundador y gestor de Gotham Asset Management, una firma que combina principios de value con un enfoque sistemático y cuantitativo. Su experiencia como inversor profesional y profesor en la Universidad de Columbia lo ha convertido en una de las voces más respetadas del value actual.
Greenblatt aporta una visión complementaria sobre la filosofía value:
“El value funciona precisamente porque no siempre funciona. Si lo hiciera constantemente, todos lo seguirían y dejaría de funcionar.”
Para él, el value no es una fórmula mágica que garantiza resultados cada trimestre, sino un arbitraje temporal: si estás dispuesto a esperar más que el resto del mercado, puedes capturar valor que otros no ven o no tienen paciencia para explotar.
Este enfoque, que también defiende Javier Ruiz desde HOROS, requiere una combinación cada vez más rara en los mercados: convicción, análisis profundo y resistencia emocional. No se trata solo de encontrar compañías baratas, sino de entender por qué lo están, si está justificado y qué catalizadores pueden revertir su situación a largo plazo.
Hoy no basta con comprar barato
En contextos anteriores, comprar acciones infravaloradas implicaba, casi con seguridad, una recuperación relativamente rápida del precio. Pero hoy muchas compañías —especialmente las pequeñas y medianas, fuera de EE. UU.— se mantienen baratas durante años, sin catalizadores claros.
Por eso, el trabajo del inversor value actual no termina en encontrar empresas baratas. Hoy, es esencial preguntarse:
- ¿Qué puede hacer visible ese valor oculto?
- ¿El equipo directivo es consciente de su infravaloración y actúa para corregirla?
- ¿Hay recompras de acciones, ventas de activos, reparto de dividendos extraordinarios o algún movimiento estratégico que actúe como chispa?
Este enfoque más exigente, más artesanal, más “handcrafted”, es el que aplicamos desde HOROS. No se trata de seguir ciegamente ratios bajos, sino de entender el negocio, el contexto, las personas detrás… y la probabilidad real de que el mercado acabe reconociendo su verdadero valor.
El “value” no ha muerto.
Podemos afirmar con claridad: el value investing no ha muerto. Sigue muy vivo.
Pero, igual que el entorno cambia, también el value debe evolucionar. Ya no se trata de aplicar recetas de los años 80. Se trata de mantener los principios —disciplina, racionalidad, largo plazo— pero con una lectura moderna del mercado.
En un mundo que premia la inmediatez, los titulares clickbait y las narrativas virales, el value puede parecer un dinosaurio. Pero en realidad, hay que verlo más bien como un artesano. Un artesano que selecciona con cuidado, analiza con rigor y espera con paciencia.
Y si algo sigue funcionando en el largo plazo, es eso: Invertir con sentido común, mirar donde otros no miran, pescar donde hay pocos barcos haciendo pesca de arrastre. Como dijo Warren Buffett, “alguien se sienta hoy a la sombra de un árbol porque alguien lo plantó hace mucho tiempo”.