El Value Investing, o inversión en valor, es una estrategia de inversión que se centra en identificar y adquirir activos infravalorados con el objetivo de venderlos a un precio superior en el futuro obteniendo un beneficio. A priori se podría pensar que todas las personas invierten con esta idea en mente, sin embargo, la pura observación de la realidad da prueba de lo contrario. Lo que para muchos es invertir, para unos pocos, generalmente value investors, es simplemente especular.
La importancia de Benjamin Graham
Esta filosofía fue desarrollada por Benjamin Graham en los años 20 del siglo pasado, y enseñada durante gran parte de su vida en la Columbia Business School de Nueva York, centro en el que ejerció como profesor de finanzas. Aunque ha habido numerosos inversores que han ayudado a mantener la vigencia del value investing hasta nuestros días, la figura más destacada es, sin lugar a dudas, el inversor, empresario y filántropo, Warren Buffett; séptima mayor fortuna del mundo según la publicación Forbes.
En 1934, Graham publicó el libro “Security Analysis”, en el que, junto a David Dodd, desgranó un enfoque pionero para el análisis de valores. Un valor, o título valor, (en inglés security) es un instrumento financiero intercambiable por dinero u otros instrumentos financieros de similares características, y que permite a su emisor, empresas y gobiernos, captar capital. Pueden ser valores representativos de la participación en los fondos propios de una empresa (acciones), o representativos de deuda (bonos, letras, obligaciones, pagarés, etc.).
Hasta la publicación de este libro fundacional del value investing, los inversores no tenían prácticamente ninguna referencia para el análisis pormenorizado de acciones y bonos, predominando en la época otros enfoques más especulativos a la hora de invertir que perduran hasta nuestros días. En él introdujo conceptos clave para invertir con garantías de éxito. El más importante de todos ellos fue el llamado “Margen de seguridad”, pilar central del value investing, y que consiste en establecer una distancia de seguridad elevada entre lo que pagas por adquirir un activo y su valor intrínseco, tratando de comprar dólares por 50 centavos (la mitad).
Mientras que el precio de una acción es público y, por tanto, objetivo, el valor intrínseco de una acción, que se calcula dividiendo el valor de la compañía entre el total de acciones emitidas por esta, resulta de un proceso subjetivo, por mucho que se utilicen números en el análisis. Por ello, lo más normal es que dos personas expertas en valoración lleguen a dos valores distintos de una misma compañía, e incluso, a veces, muy distintos. Contar con un buen margen de seguridad en cada una de las inversiones que un inversor realiza, resulta esencial para minimizar las pérdidas derivadas de un mal análisis sobre el valor intrínseco de un activo, o cuando ocurren eventos negativos difíciles de anticipar que impactan de lleno en éste.
En 1949, Graham publicaría su obra maestra, “The Intelligent Investor”, considerada por muchos el mejor libro jamás escrito sobre inversiones. Una de las aportaciones más importantes que podemos encontrar en él fue la personificación del mercado de valores en “Mr. Market”, una persona maniaco-depresiva que con frecuencia exhibe un comportamiento irracional. Unos días se levanta eufórico y te ofrece un precio desorbitado por tus acciones, y otros se levanta pesimista y no duda en ofrecerte sus acciones a un precio muy bajo. Esta observación sobre el factor psicológico de las inversiones situó a Benjamin Graham como un auténtico adelantado a su tiempo en el campo de las finanzas conductuales, tan de moda hoy en día.
Sin embargo, el mercado puede tardar mucho tiempo en reconocer el verdadero valor de un activo, pues a menudo entran en juego muchas dinámicas que impiden este descubrimiento por parte de la comunidad inversora. Una de las más importantes y recurrentes es la del excesivo cortoplacismo con el que la mayoría de los inversores afrontan las inversiones. La evidencia empírica demuestra una y otra vez que no es posible adivinar el momento exacto en el que una acción infravalorada iniciará el camino de su recuperación. Por esta razón, y porque no es sencillo adivinar qué subida es la definitiva, el value investing solo funciona con una mentalidad largoplacista y altas dosis de paciencia.
¿En qué consiste el Value Investing?
El Value Investing se basa en un principio simple pero poderoso: comprar activos a un precio inferior a su valor real, esperando que, con el tiempo, el mercado ajuste esta discrepancia. Los inversores que siguen esta filosofía analizan exhaustivamente el estado financiero de las empresas, sus ventajas competitivas, perspectivas de crecimiento y otros factores fundamentales. La idea es encontrar “diamantes en bruto” en sectores o mercados que, por factores temporales, están siendo subestimados.
Características principales de la inversión en valor:
- Saber el valor de las cosas: Como normal general, el valor de un activo depende, fundamentalmente, de los flujos de caja que es capaz de generar a lo largo del tiempo. Por ello, una de las técnicas de valoración más usadas en este sector es el “Descuento de flujos de caja”. Con ella, el valor de un activo se calcula descontando a valor presente los flujos de caja libres que generará en el futuro. La razón de traer a valor presente los flujos de caja futuros es que, financieramente hablando, no se pueden comparar dos flujos obtenidos en dos momentos del tiempo distintos. No valoramos igual recibir 1.000 euros hoy que recibirlos dentro de 5 años. Necesariamente, esos 1.000 euros futuros deben tener un valor presente menor, de ahí haya que aplicarles un factor de descuento antes de sumarlos a los 1.000 euros obtenidos hoy, y así con el resto de flujos. La dificultad radica en encontrar la tasa de descuento apropiada para cada tipo de activo y ser capaces de predecir con cierta precisión los flujos de caja que será capaz de producir, así como asignarle un valor terminal cuando proceda. Por esta razón, los gestores y analistas pueden utilizar otras técnicas de valoración en función de las características del negocio a valorar.
- Enfocarse en el largo plazo: El Value Investing promueve la paciencia y la disciplina. Aunque los precios pueden fluctuar de manera importante en el corto plazo, a largo plazo el precio de la acción tiende a converger con el valor intrínseco de la compañía.
- Aislarse del ruido del mercado: Al centrarse en el análisis fundamental de las empresas y no en la especulación a corto plazo, esta estrategia evita decisiones basadas en emociones pasajeras.
- Potencial de crecimiento sostenido: Las empresas infravaloradas cuyas bases sean sólidas y puedan seguir creciendo, tienen el potencial de ofrecer un retorno significativo cuando se produzca el destape del valor.
¿Por qué es necesario esperar al menos 5 años para ver resultados?
El Value Investing requiere de un compromiso a largo plazo, y según las estadísticas disponibles sobre la rentabilidad de la renta variable en sus más de 200 años de historia, 5 años sería un periodo razonable para minimizar las opciones de pérdida derivadas de las fluctuaciones del corto plazo, y poder obtener una rentabilidad relevante en comparación con otros activos. En Horos creemos que no existen recetas mágicas que permitan acelerar la obtención de beneficios al invertir en renta variable. Los enfoques especulativos tienen un componente de riesgo mucho mayor del que a menudo es percibido por el inversor, por lo que no creemos que sean el camino adecuado.
La necesidad de esperar varios años para ver resultados se debe a varios factores:
- Testarudez del mercado: Puede llevar tiempo para que el mercado reconozca el verdadero valor de una empresa infravalorada. Las fuerzas del mercado y la percepción de los inversores no cambian de un día para otro.
- Maduración de las inversiones: Muchas empresas que están infravaloradas pueden necesitar ejecutar planes de negocio, desarrollar nuevos productos o superar desafíos económicos antes de alcanzar su verdadero potencial.
- Funcionamiento del interés compuesto: El efecto de la capitalización compuesta permite que los rendimientos acumulados en una inversión crezcan de forma exponencial, pero esto solo es observable en periodos de tiempo largos. Warren Buffett lleva décadas invertido en algunas empresas, posponiendo el pago de impuestos por las ganancias de capital obtenidas hasta la fecha, lo que le permite a su vez generar rendimientos cada vez mayores en esas inversiones.
La perspectiva de HOROS sobre el Value Investing
En HOROS, la filosofía Value Investing es la base de nuestra estrategia de inversión. Por ello, nos enfocamos en encontrar oportunidades con un elevado margen de seguridad, aspecto fundamental para minimizar las opciones de pérdida permanente de capital. Como suele decir Buffett: “La regla Nº1 es no perder dinero. La regla Nº2 es, nunca olvides la regla Nº1”. Esta búsqueda va de la mano con el análisis profundo de compañías que cumplan con los criterios del Value Investing.
Para quienes deseen entrar al mundo del Value Investing, la clave radica en la paciencia y en comprender que se trata de una carrera de fondo. Un horizonte temporal de al menos 5 años permite mitigar el impacto de la volatilidad y maximizar el potencial de las inversiones. En HOROS, trabajamos para que esta visión de largo plazo se traduzca en rendimientos sólidos y sostenibles para nuestros clientes.
Conclusión
El Value Investing no solo es una estrategia, es una mentalidad que requiere disciplina, análisis y una visión clara del largo plazo. Si bien puede parecer desafiante, los beneficios pueden ser sustanciales para quienes saben esperar. Tal como afirma nuestra experiencia en HOROS, la paciencia y la inversión fundamentada son pilares clave para construir riqueza sostenible y consistente.